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Héctor Polino, un socialista más allá del tiempo

Héctor Polino, un socialista más allá del tiempo

Héctor Polino, dirigente histórico del socialismo y un incansable militante, falleció a los 89 años. A lo largo de los años, su vida estuvo marcada por el compromiso y la convicción.
Héctor Polino (1943-2022), dirigente socialista.

Ser socialista argentino durante el siglo XX y los albores del siglo XXI fue vivir una y muchas vidas a la vez. Del carismático magisterio de Alfredo Palacios a la prudente mesura de Hermes Binner; de los cantos de sirena de la revolución en Cuba hasta las abdicaciones de la tercera vía socialdemócrata; de las sanguinarias dictaduras a las promesas incumplidas de nuestra todavía joven democracia. Héctor Polino transitó esa historia con una coherencia difícil de replicar, fiel a sus principios y, vale decirlo, también a sí mismo, encarnando, al fin y al cabo, una forma de ser socialista, al mismo tiempo, emblemática e irrepetible.

Destacado desde joven en las filas de un Partido Socialista reverdecido y tensionado en tiempos de proscripción peronista, fue electo a los 27 años como concejal de la Capital Federal. Su estilo, fervoroso pero austero, le valieron desde temprano una visibilidad entre las huestes socialistas. Sus batallas, contra la corrupción y en favor del cooperativismo, eran incansables. La claudicación no formaba parte de su repertorio, moriría, y así lo hizo hasta sus últimos días, luchando por lo que creía justo.

Cualquiera que haya tenido oportunidad de ver más de una fotografía de Héctor Polino a lo largo de su prolongada carrera política pudo comprobar que, cual retrato de Dorian Gray, el tiempo no pasaba para él. Fiel a sí mismo ante todo. Mérito mayor si uno recorre el tembladeral de la historia del socialismo argentino y sus múltiples manifestaciones partidarias. Afiliado al Partido Socialista todavía unificado, luego se alineó al Partido Socialista Argentino de Alicia Moreau y Alfredo Palacios en tiempos de escisiones y luchas fratricidas. Tras un viaje iniciático a Cuba (que compartió, entre otros, con Juan Carlos Portantiero), fue un efímero participante en el Partido Socialista Argentino de Vanguardia y, más tarde, del flamante Partido Socialista Popular fundado en 1972. Inconformista y testarudo, se convirtió en un activo miembro de la Confederación Socialista Argentina, agrupación que reunía a un conjunto de militantes fruto de las muchas sangrías que había precipitado el internismo y la incomprensión mutua entre las huestes socialistas. Integrado a la dirigencia del renovado Partido Socialista Democrático junto a, entre otros, Alfredo Bravo, fue animador de los muchos y trabajosos intentos de unidad socialista que fraguaron, finalmente, en la refundación del PS en el año 2002. Tentado muchas veces a desertar de las filas partidarias, dado su prestigio público, se mantuvo siempre leal y orgánico a su amado Partido Socialista.

Héctor Polino transitó esa historia con una coherencia difícil de replicar, fiel a sus principios y, vale decirlo, también a sí mismo, encarnando, al fin y al cabo, una forma de ser socialista, al mismo tiempo, emblemática e irrepetible.

Su actividad pública fue extensa y sostenida durante más de medio siglo. Aquel joven concejal electo en 1960 fue, muchos años después, diputado nacional durante tres períodos consecutivos, entre 1993 y 2005. También participó como Secretario de Acción Cooperativa durante el gobierno de Raúl Alfonsín, en su única incursión en el Poder Ejecutivo. Convocado a participar del gobierno de Néstor Kirchner, decidió someter la decisión a su partido y acogerse a la resolución tomada por sus compañeros. Este somero recuento, no obstante, no le hace justicia a su compromiso militante, que no requería de cargos públicos para ser llevada adelante con tesón y convicción. Testimonio de ello es la sostenida labor que llevó en los últimos años de su vida como referente de la ONG “Consumidores libres”, en una lucha encarnizada contra la inflación –y la manipulación de sus cifras–, ese impuesto nunca explicitado que afecta, antes que a nadie, a los sectores más humildes de la población. Mes tras mes publicaba un índice de precios de la canasta básica de alimentos y, no conforme con eso, recorría los medios de comunicación, sin discriminar entre grandes o pequeños, para denunciar la enorme injusticia detrás de estas rutinarias cifras. Como los socialistas de principio de siglo, preocupado por aquellos que solo viven para sobrevivir.

Hombre de las cosas y no de la pompa de los grandes discursos, de los pequeños asuntos que inciden en la realidad. Escribió hoy Mariano Schuster en Twitter: “Socialista de un tema: no está mal. Ahora que ni el socialismo parece ser uno”. Un tópico, la canasta básica, que eran muchos a la vez. El cooperativismo como medio y como fin para una vida más justa y solidaria. La convicción de las ideas contra el pragmatismo de los atajos que, a veces, no conducen a ningún lado. La política como actividad noble y al servicio de la ciudadanía. Y, en el fondo, una lucha incansable por el distintivo que todo socialista que se precie de tal debería portar: la igualdad.

«Creer para ver»: recordando a Hermes Binner

«Creer para ver»: recordando a Hermes Binner

La diputada nacional Mónica Fein, presidenta del Partido Socialista de Argentina, evoca al referente socialista. Este martes 28 de junio en la plaza del Congreso y en la Cámara de Diputados de la Nación será homenajeado Binner, a dos años de su muerte, por figuras políticas del progresismo de la Argentina y el mundo.

Hermes Binner decía que “hay que creer para ver”. Sus palabras hablaban, siempre, de esperanza y compromiso. 

Esto lo definía. Esto fue durante su paso por esta vida. Una persona que dedicó su esfuerzo y su lucha a construir una sociedad más justa, a creer para ver.

Creía profundamente en la capacidad de nuestro pueblo y género siempre procesos participativos. 

Hizo del diálogo una práctica cotidiana. Pero no un diálogo vacío, sino un diálogo para transformar, para soñar y construir futuro.

Binner fue un pionero en pensar con mirada estratégica la realidad, en imaginar – y crear- un Estado más cercano, que pudiera realmente dar respuesta a las necesidades de la gente. Plasmó ese modelo en la descentralización, que cambió para siempre la forma de gestionar en la ciudad de Rosario y la provincia de Santa Fe.   

Hermes concibió la cultura como un proceso transformador e inclusivo en la sociedad, y su mayor preocupación fue garantizar derechos. 

Binner fue también el de aquella enseñanza del maestro Juan B. Justo, el que hacía política con manos limpias y uñas cortas.

Siempre decía -nos decía- que no elegimos donde nacer, pero si transitamos nuestra vida en una sociedad que nos brinde salud y educación, podremos construir nuestro propio destino y tendremos más oportunidades de cambiar la realidad.

Con ese norte construyó el mejor sistema de salud del país, y posiblemente de América Latina. Cercano, en territorio, participativo y accesible. 

Binner fue también el de aquella enseñanza del maestro Juan B. Justo, el que hacía política con manos limpias y uñas cortas.

Hermes Binner fue el que hizo realidad los comités mixtos de higiene y salud que había soñado Alfredo Palacios para las trabajadoras y trabajadores, el constructor de una sociedad con la mirada de las niñas y niños de Francesco Tonucci. El que generó los primeros espacios de las mujeres y la diversidad para avanzar.

Con Hermes pinté carteles en las calles, recorrí barrios hablando con la gente y aprendí a gestionar el Estado. Pero por sobre todo logré comprender que primero hay que creer en un futuro mejor y ser capaz de construirlo con la gente.

Así recuerdo a Hermes, el primer Socialista en gobernar una provincia y generar un espacio Socialista capaz de transformar la realidad y hacer posible esa sociedad en la que creemos.