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¿Qué era ser socialista en 1930 para La Vanguardia?

¿Qué era ser socialista en 1930 para La Vanguardia?

Analizando una nota publicada en La Vanguardia, el historiador español rescata el valor de organizar y estudiar para transformar. Actualidad de ideas en tiempos de convulsión política por el retorno de los fascismos.
Portada de La Vanguardia el 7 de enero de 1928, recuperada por el proyectos Vanguardia Digital del CEHTI, disponible en https://www.vanguardiadigital.org.

En enero de 1930 encontramos una reflexión editorial realizada desde La Vanguardia, periódico socialista de la Argentina, que tuvo eco a primeros de marzo en El Socialista español, sobre el significado de ser socialista.

La Vanguardia publicó una columna porque consideraba que era un momento necesario para definir qué era ser socialista, habida cuenta de que el país vivía momentos de “gran confusión política y de polarización”. Parecía necesario recordar a los trabajadores, especialmente a los más jóvenes, que no había que impacientarse ni desesperar ante la realidad de la política criolla.

Recordemos que la crisis de 1929 generó mucha tensión y malestar social entre las clases trabajadoras y un cuestionamiento de la democracia por parte de los sectores políticos dominantes.

Precisamente, a principios de septiembre de aquel año de 1930 tuvo lugar un golpe militar, liderado por el general José Félix Uriburu, que derrocó al presidente radical Hipólito Yrigoyen.

Pero el texto trascendía la coyuntura política argentina del momento para explicar en qué consistía ser socialista.

ORGANIZAR

La primera idea tenía que ver con la organización y el trabajo como ejercicio de disciplina. El socialismo siempre tuvo a la organización como un valor fundamental. El trabajo debía ser perseverante, guiado por la “justicia, la inteligencia y la solidaridad”.

El socialismo era una fuerza de trabajo lenta, pero enérgica que iba transformando la sociedad poco a poco, día a día. Era una obra férrea frente a la volatilidad de la política cotidiana.

No podían ser socialistas los que se movían por éxitos superficiales y efímeros, ni los que asociaban el socialismo a ambiciones para figurar o enriquecerse, ni tampoco los que solamente contemplaban la acción política en su aspecto electoral.

Ser socialista, en aquella editorial de La Vanguardia, no significaba obtener un carnet de afiliado en vísperas de una elección o al día siguiente de la misma.

ESTUDIAR

Ser socialista significaba un esfuerzo de estudio de cerca y profundamente de las condiciones de los trabajadores. También para discernir el sentido y la dirección de los acontecimientos económicos del pasado y del presente para darse cuenta exacta de la potencia real del capitalismo que dominaba el mundo.

Por fin, exigía un trabajo para percibir la solución socialista como la única posible entre tanta injusticia.

En una palabra, se estaba hablando, de nuevo, de la importancia del análisis y del trabajo, pero también de la convicción de que el problema era el capitalismo y de la necesidad de combatirlo.

Por todo eso, no podían ser socialistas los que se movían por éxitos superficiales y efímeros, ni los que asociaban el socialismo a ambiciones para figurar o enriquecerse, ni tampoco los que solamente contemplaban la acción política en su aspecto electoral, olvidando el carácter global del movimiento socialista.El artículo de La Vanguardia se publicó en El Socialista en el número de 2 de marzo de 1930.

123 años de La Vanguardia

123 años de La Vanguardia

El 7 de abril de hace 123 años era fundado el periódico de los socialistas argentinos por antonomasia: La Vanguardia. Dos años antes de la constitución oficial del Partido Socialista (1896) en tanto tal, un grupo de simpatizantes socialistas liderados por el médico cirujano Juan Bautista Justo fundaron un órgano de prensa que ha logrado perdurar –ahora en formato exclusivamente digital– hasta nuestros días.

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La Vanguardia, cuyo resonante subtítulo original era “periódico socialista científico defensor de la clase trabajadora”, se constituyó en el órgano de prensa oficial del PS tras su fundación y sus páginas sirvieron de vehículo privilegiado para difundir las novedades que hacían a la vida partidaria, animar discusiones internas, dar a conocer sus posicionamientos, informar sobre distintos acontecimientos relevantes para los socialistas (huelgas, celebraciones, conmemoraciones), entre muchas otras cuestiones. La prensa partidaria era considerada un puntal fundamental en la estrategia política de los socialistas finiseculares de cara a sus potenciales adherentes: la clase obrera. De hecho el título de la publicación denotaba con claridad la concepción iluminista de la práctica política que tenían los socialistas y el prisma  “pedagógico” a partir del cual concebían su vinculación con la creciente clase trabajadora argentina. Esta perspectiva, ciertamente ingenua, fue analizada con precisión por José Aricó en La hipótesis de Justo.

De este modo, La Vanguardia se constituyó, al mismo tiempo, en un escenario para las discusiones en el seno del PS y, por otro lado, en un medio periodístico cuyo alcance trascendía –o al menos pretendía trascender- los límites del activismo partidario e interpelar a otros sectores ajenos a él. En cuanto a lo primero, es evidente la importancia del periódico para el partido con solo enumerar algunos de sus directores, figuras más que destacadas del socialismo argentino como Juan B. Justo, Américo Ghioldi, Alicia Moreau y, más acá en el tiempo, Guillermo Estévez Boero. Por otro lado, su impronta como artefacto cultural y medio periodístico fue estudiada en profundidad, al menos para sus primeros años, por el historiador Juan Buonuome.

Asimismo, el órgano de prensa del PS sufrió los avatares de la agitada política argentina y de la organización. Por ello, fue un flanco privilegiado de los embates de los adversarios políticos del PS, fue así que La Vanguardia sufríó clausuras, persecusiones, atentados y censuras en más de una oportunidad a lo largo de su historia. También las múltiples fracturas que sufrió el PS provocaron  que en algunos períodos de la historia convivieran varios periódicos bajo la misma denominación, pero, en muchos casos, defendiendo posiciones sensiblemente diferentes.

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La vigencia de la publicación, desde cuyas páginas –ahora virtuales– estamos escribiendo, plantea un desafío enorme. Por un lado, continuar con la “marca” de una publicación emblemática con más de un siglo de vida; por el otro, innovar para darle una impronta diferente a partir de nuevos enfoques, nuevas perspectivas y nuevas formas, acordes a los tiempos que corren. A 123 años de su creación, La Vanguardia sigue adelante, de forma diferente pero con idénticas preocupaciones a las que le dieron origen.