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El futuro en bici

El futuro en bici

Un invento del siglo XIX puede ser la mejor herramienta con que cuentan las ciudades para una transformación sostenible, generando núcleos urbanos menos ruidosos, sin emisiones y con poblaciones saludables.

Arquitecto Andrés Borthagaray, Presidente de FURBAN.

La Vanguardia digital dialogó con el Arquitecto de la UBA Andrés Borthagaray presidente de FURBAN (Fundación dedicada al medioambiente, el espacio y el diseño de la movilidad y la gobernabilidad) sobre la extensión del uso de la bicicleta, cuáles son sus ventajas, cómo es la adaptación de las ciudades y del transporte público y la necesidad de proteger tanto al ciclista como al peatón.

¿Qué elementos favorecen el uso de la bicicleta en la ciudad?

El uso se ve favorecido cuando existe una masa crítica, una percepción de seguridad, infraestructura protegida para circular y estacionar tanto en ámbitos públicos como privados. También la disponibilidad de bicicletas públicas en una serie de ciudades. La reducción de velocidades máximas también favorece su uso, varias ciudades han adoptado 30 km/h en la mayor parte de su red de calles y avenidas.

Es saludable porque ofrece una cuota diaria de ejercicio, es un antídoto contra la sedentariedad y no genera efectos negativos como los escapes. 

¿Qué beneficios reporta su uso?

Junto a la caminata es la forma más saludable, eficiente e inclusiva de desplazarse. Trae beneficios ambientales, es compatible con una red de transporte público de capacidad para las distancias más largas. Es saludable porque ofrece una cuota diaria de ejercicio, es un antídoto contra la sedentariedad y no genera efectos negativos como los escapes. 

Es eficiente porque a diferencia de un auto no necesita desplazar más de una tonelada para mover el peso de una o dos personas o de cargas livianas, ni ocupa más de doce metros cuadrados de espacio urbano crítico cuando está estacionada. 

Es inclusiva porque es mucho más accesible, aún para un rango de edad mucho mayor. En algunos países, como en Japón, desde la perspectiva de género, la bicicleta muestra que también puede ser más inclusiva.

¿Existen proyecciones en cuanto al crecimiento de uso de bicicleta como medio de transporte urbano en Argentina?

Ha venido creciendo, aunque está muy por debajo de lo que ha ocurrido en otros países. 40% en países de uso más consolidado, como Países Bajos o Dinamarca, 10% en Francia e Inglaterra, un 4% que cuesta afirmar en algunas zonas urbanas. Pero la experiencia de otros países muestra que es posible aumentar significativamente la parte en el total de viajes.

¿Hay corrientes urbanísticas o diferentes teorías para la adaptación de la ciudad al uso masivo de la bicicleta?

En primer lugar, hay un mandato frente al cambio climático. Los acuerdos internacionales firmados en París en 2015, suscriptos por más de 160 países, entre ellos la Argentina, comprometen metas de reducción de emisiones e involucran planes nacionales y locales para su cumplimiento. En ese sentido, la promoción de la marcha, la bicicleta y el transporte público sustentable se inscriben dentro de las acciones necesarias. En segundo lugar, los efectos espaciales de haber intentado adaptar las ciudades al automóvil, el consumo de espacio y la forma de desarrollo urbano que trae aparejada han puesto en crisis ese modelo de ciudad. La bicicleta es compatible con ciudades de mayor interacción a mayor proximidad. Y en tercer lugar, las teorías urbanas y las políticas públicas han comenzado a articularse con distintos grados de éxito.

La OMS señala que a partir de una reducción de la velocidad máxima a 30 km por hora las condiciones para circular con seguridad para los ciclistas son mayores, aún sin separación física tan estricta.

Las ciudades Argentinas vienen experimentando un crecimiento en cuanto a la instalación de ciclovías y bicisendas. ¿Podría definir similitudes y diferencias entre ambos conceptos?

En definiciones públicas una ciclovía es una infraestructura exclusiva y especializada para ciclistas. Las Ciclovías forman parte de una Red de Vías Protegidas. Su traza se encuentra ubicada sobre la calzada, delimitada por separadores físicos. Una bicisenda es una infraestructura exclusiva y especializada para ciclistas, que a diferencia de una ciclovía, se implanta sobre veredas, parques, plazas y en relación a vías peatonales separadas de la calzada.

También es importante recordar que la OMS señala que a partir de una reducción de la velocidad máxima a 30 km por hora las condiciones para circular con seguridad para los ciclistas son mayores, aún sin separación física tan estricta. En varios casos se ha utilizado al propio lugar de estacionamiento como un fuelle para separar el flujo vehicular del espacio de circulación de bicicletas, dejando un espacio entre la franja de estacionamiento (contemplando apertura de puertas) y la vereda.

Ese crecimiento de infraestructura para transporte en bicicleta ¿es planificado o caótico?¿Qué dificultades presenta?

Se ha tendido a planificar, aunque también surge de reivindicaciones de colectivos de ciclistas y del activismo ambiental que juegan un rol muy importante. En muchos casos los comienzos son traumáticos, hay resistencia de automovilistas, comerciantes, e inclusive peatones que se sienten amenazados cuando no se respetan los cruces. En general los conflictos se tienden a superar con el tiempo. El principio de respetar siempre al más vulnerable es muy importante.

Teniendo en cuenta la diversidad geográfica y de tamaño de las ciudades Argentinas ¿Qué factores ambientales influyen en el fomento de la bicicleta como medio de transporte?

Obviamente, las cuestiones climáticas, geográficas y topográficas influyen. En las ciudades argentinas y en distintas partes del mundo donde se promueve la bicicleta. Pero también, a partir del uso de la bicicleta en ciudades con inviernos muy duros, como en los países nórdicos, queda demostrado que se pueden superar muchas adversidades.

¿El uso de la bicicleta genera nuevos problemas para la ciudad?

Creo que genera muchas más soluciones que problemas. Justamente por eso considero muy importante que se tomen todas las medidas para proteger a los ciclistas y que desde la bicicleta se fomente una cultura de respeto a las normas y de protección de los peatones. Si existen espacios bien preservados en las calles es un contrasentido que se circule en bicicleta por las veredas exponiendo a los peatones.

El mundo va en el sentido de reducir el lugar del automóvil. De hecho, está saliendo de producción el motor de combustión interna en un horizonte de 2030 o pocos años más en buena parte del mundo.

¿Por qué es tan resistida la convivencia de la bicicleta con otros tipos de movilidad, especialmente por quienes conducen automóviles?

El automóvil es un gran consumidor de espacio. No quiere competencia. Cuando aparece una zona reservada la reacción típica es de queja. Pero el mundo va en el sentido de reducir el lugar del automóvil. De hecho, está saliendo de producción el motor de combustión interna en un horizonte de 2030 o pocos años más en buena parte del mundo. Y aunque se produzcan vehículos eléctricos los problemas de congestión seguirán siendo graves. Pero es importante que las ciudades tengan políticas coherentes y no traten de disuadir por un lado al uso del auto y de estimularlo por otro con estacionamientos o infraestructura vial anacrónica.

¿Es posible pensar en un futuro prohibir la circulación de automóviles en las ciudades?

La política pública en varios países con alto grado de motorización va en el sentido de la restricción, especialmente en áreas centrales. O de gravar las externalidades negativas que genera. O bien de promover un uso compartido, lo más ineficiente es que los autos viajen con una sola persona o algo similar, el promedio de ocupación es de 1,3 en varias ciudades argentinas.

¿Es posible combinar el transporte público con el uso de la bici?

Claro que sí, es posible y necesario. En algunos casos para llevar durante el viaje, en otros con estacionamientos seguros y accesibles en puntos clave, o bien en formas de compartir carriles preferenciales de circulación en varias ciudades.

En muchos distritos del país se promueven leyes que regulen el uso de la bicicleta ¿Considera necesaria dicha legislación?¿Qué aspectos debería abordar?

Si, sobre todo la protección de quienes usan la bicicleta y la de los peatones. También la creación de condiciones de estacionamiento seguro. Pero en gran medida es clave la forma en que se legisla sobre el uso del automóvil y de la ciudad.

Urge repensar el modelo productivo en América Latina

Urge repensar el modelo productivo en América Latina

El 19 de diciembre culminó la COP15. Se firmó el acuerdo Kunming-Montreal por la preservación de la biodiversidad. Los países signatarios se comprometen a preservar el 30% del planeta, restaurar 30% de los ecosistemas degradados y eliminar subsidios que afectan a la biodiversidad.

António Guterres inauguró en la Conferencia de Diversidad Biológica (COP 15) resaltando la gravedad del momento: la humanidad ha “perdido toda armonía con la naturaleza”, para convertirnos en un “arma de destrucción masiva”. 

Más de 150.300 especies están amenazadas de extinción. Del total de las especies hasta hoy evaluadas que forman parte de la lista roja emite la Unión Internacional para la Conservación, el 28% está bajo amenaza

Sin la naturaleza para de darnos esos servicios, estaremos en un gran, gran problema.

Tenemos que detener esa pérdida.

La mayoría de las personas aún no visualiza el peligro que trae la pérdida de biodiversidad. El avance de las actividades extractivas hacia zonas vírgenes rompe ecosistemas, pone en peligro la vida de miles de especies al tiempo que aumenta la probabilidad de la irrupción de nuevos virus.

Estamos sufriendo eventos extremos. El calentamiento global impulsa catástrofes ambientales cada día más virulentas. La emergencia climática se superpone a la crisis de la biodiversidad. Interactúan diversos tipos de shocks que se potencian generando una superposición de crisis (policrisis). 

Preservar la biodiversidad no solo resulta un imperativo moral.

Tenemos una economía desembebida, funcionando fuera de la sociedad. 

Según Swiss Re (empresa reaseguradora Suiza), el buen manejo de la naturaleza garantiza la salud de la economía global: más de la mitad del PBI global depende del funcionamiento armonioso del planeta.

Por eso tenemos que redefinir el concepto mismo de crecimiento. Replantear la desconsideración que la economía tradicional impone sobre la pérdida de la biosfera o la destrucción del medio ambiente.

Sin embargo, las externalidades no entran en la ecuación económica. Son tratadas como un costo que debe asumir la sociedad en pos del progreso. Es una idea compartida por neoliberales y neodesarrollistas.

Obviamente, todo esto genera una fuerte conflictividad e incrementa la desigualdad. Son dos fenómenos que caracterizan a América Latina y explican su debilidad democrática.

En conclusión, tenemos una economía desembebida, funcionando fuera de la sociedad. 

LOS LIMITES DEL PLANETA

Aunque los activos naturales brindan bienes y servicios imprescindibles para la vida humana, el mercado los invisibiliza al tiempo que desestima los costos que genera el modelo productivo. Ni el capital natural ni los ecosistemas se hallan dimensionados en las estadísticas, situación que se muestra a todas luces incoherente.

Considerar los “límites del planeta” nos permite tomar el capital natural como “un activo y un bien económico que reduce riesgos y aumenta la resiliencia frente a choques externos como el cambio climático”.

Ningún gobierno, sea neoliberal o neodesarrollista, está dispuesto a escuchar a quienes padecen el avance de la mega minería, la explotación petrolera, la agroindustria, la destrucción de los bosques, la contaminación de las aguas, la desaparición de especies. Ambos modelos generan “zonas de sacrificio

El individualismo dominante permea la cohesión social, impide la coordinación necesaria para sostener la creciente complejidad que muestran las sociedades modernas.

Democracia y mercado devienen conceptos antagónicos, tal como lo planteó Karl Polanyi en “La Gran Transformación”. 

En América Latina, en los ‘90, se impuso un «doble movimiento» que impulsó el libre mercado al tiempo que extendió los derechos de las comunidades indígenas (a partir del reconocimiento de la resolución 169 de la Organización Internacional del Trabajo). Se trata de 45 millones de personas y más de 800 grupos.

Con la llegada de la democracia avanzó la agenda ambiental. Después comenzó el reconocimiento de los derechos de la naturaleza. En paralelo, sin embargo, hubo una nueva configuración macroeconómica que permitió a las elites arbitrar el capital y colocar sus excedentes en algún paraíso fiscal.

Años más tarde, la entrada de China consolidó el modelo de inserción. Tiene mayor volatilidad económica e impone fuertes tensiones políticas. El activismo ambiental devino en una actividad de alto riesgo: América Latina se convirtió en la región más letal.

Más recientemente con la aprobación del Acuerdo Escazú se consagraron otros derechos: acceso a la justicia, al acceso a la información medioambiental, a participar en la toma de decisiones y le impone a los estados la obligación de prevenir e investigar los ataques contra activistas ambientales. 

Lamentablemente, este tipo de avances institucionales no lograron influir en el proceso de toma de decisiones económicas. El individualismo dominante permea la cohesión social, impide la coordinación necesaria para sostener la creciente complejidad que muestran las sociedades modernas.

LA GRAN EXTINCIÓN

Retomando el acuerdo alcanzado en la COP 15, observamos cierta desconfianza por parte de la comunidad científica.

Para muchos, nada garantiza que se cumplan este tipo de acuerdos. Existe consenso que el reforzar los derechos de los pueblos originarios acrecentaría las perspectivas de cumplimiento, pues son las comunidades originarias las que históricamente han protegido la biodiversidad. Es lo primero que atacan los sectores conservadores.

En Perú, por ejemplo, luego del conflicto institucional que terminó con la salida de Pedro Castillo del gobierno, las elites estan presionando por despojar de derechos a estas comunidades, reducir las áreas de reserva natural.

El proyecto, que cuenta con el aval del partido de Keiko Fujimoro, atenta contra los derechos y la vida de los pueblos que han vivido aislados.

Un avance similar se observó bajo el gobierno de Jair Bolsonaro, que liberó el Amazonas al avance del extractivismo más salvaje, avanzó la minería ilegal, se multiplicó la deforestación. Terminaron liberando tierras para beneficio del agro-negocio.

Es tiempo de repensar el patrón de crecimiento económico y avanzar hacia un futuro inclusivo y sustentable.

De no protegerse los derechos ya consagrados, el acuerdo 30 – 30  (convertir el 30% del planeta en área protegida para el 2030) puede terminar en una carrera por la apropiación de tierras en el Sur Global. 

La “gran extinción” implica reconocer la existencia de una “crisis Karl Polanyi”, tal el planteo de José Antonio Sanahuja. Como destaca el artículo recientemente publicado por Nueva Sociedad, tal situación afecta las “bases económicas y sociales, de su andamiaje institucional y normativo y de las asunciones colectivas sobre democracia, sociedad y mercado, lo que pone en cuestión la legitimidad del sistema”.

A esto se suma que, a diferencia de lo que puede observarse con el activismo en otras latitudes, en América Latina el retroceso del Estado ha terminado por debilitar a la sociedad civil.

América Latina es una de las zonas más afectadas por el cambio climático y con mayor destrucción de biodiversidad. El modelo de inserción que se persigue en la región no es ajeno, ni resulta impune al alto grado de desigualdad. Es tiempo de repensar el patrón de crecimiento económico y avanzar hacia un futuro inclusivo y sustentable.

COP27: poco avance en la cumbre climática

COP27: poco avance en la cumbre climática

Rusia y China no fueron. Europa insiste con el uso de la energía nuclear. El resto de los países con el uso de gas. Los bancos que tienen que financiar las medidas contra el cambio climático, no se ponen de acuerdo. En el último minuto se aprobaría un fondo para ayudar a los países pobres. El mundo se vuelve cada vez más hostil para vivir.
Temperaturas extremas, sequías, tormentas, inundaciones, derretimiento de los polos. Las infancias son las más vulnerables.

Este viernes se conoció la prolongación de la cumbre por 48 horas más, hecho que no se ha dado hasta el momento en ninguno de los encuentros anteriores. Es que la falta de consenso, los resultados pocos exitosos hasta el momento y la falta de esfuerzos y voluntades por torcer el rumbo del incremento de la temperatura global parecen estar lejos de las expectativas de ambientalistas y estudiosos del tema y hacen de esta COP27 un fracaso rotundo. 

En los últimos minutos del sábado, se alcanzó un consenso. La Unión Europea y una coalición de 134 países en desarrollo acordaron tentativamente las líneas generales de un fondo para ayudar a las naciones afectadas por desastres a lidiar con las consecuencias del cambio climático.

Si retrocedemos en el tiempo, esta cumbre se inició con cuestionamientos sobre la elección de la sede. Egipto representa un país donde aún falta mucho por hacer en materia de derechos. Lejos de ser un espacio representativo de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas que intentan marcar un camino esperanzador hacia el futuro, Egipto tiene una deuda pendiente en materia de garantías de derechos humanos.

Urge revisar el rol de las feminidades en la sociedad, pasando por el respeto de los colectivos LGTBI+ y siguiendo por la posibilidad concreta de manifestar las discrepancias con absoluta libertad. Egipto es uno de los países con mayores desafíos respecto a construir mejores sociedades. No hay justicia climática posible sin derechos humanos, es ahora la necesidad de humanizar la crisis climática global.

MUCHA SELFIES Y POCOS CAMBIOS

Pero la desilusión fue creciendo con el transcurso de los diez días en el país árabe, de desiertos eternos y majestuosos monumentos piramidales. Es justo ahí donde el mar Mediterráneo y el Mar Rojo abrazan la tierra fértil que dio origen a la cultura occidental. Ahí en el lugar donde había una oportunidad única para reivindicar la historia: un país con más del 40% de sus habitantes en condiciones de pobreza, con recientes salidas de golpes de Estado y la bendición de un río eterno que baña con limos una tierra prometida.

No hay justicia climática posible sin derechos humanos, es ahora la necesidad de humanizar la crisis climática global.

Egipto era el escenario justo para hacer una diferencia real y torcer los malos presagios del comienzo. Paradójicamente esta COP deja un sinsabor en el debate propio de la garantía de alimentos a las poblaciones.

El rumbo del clima indicaría una profundización en la desertificación de las tierras y con esto una enorme crisis alimentaria para los habitantes del planeta. El debate pasó por alto este tema donde, sobre todo, el sector más castigado sigue siendo el que vive por debajo de la línea de pobreza, “gastando” la mayoría de sus ingresos en subsistir comprando alimentos.

LA ÚLTIMA CHANCE

En las horas que siguen, en este tiempo de descuento que representa el fin de semana, se intentará incluir en las mesas de negociaciones y debates los sistemas alimentarios del mundo, a las ya conocidas discusiones protagonistas de este año que fueron la energía y el transporte.

Se esperaba mucho más en este contexto de absoluta crisis climática, donde la realidad golpea fuerte a los territorios: temperaturas extremas, pérdidas económicas inigualables vinculadas a la producción y desastres climáticos que se cobran vidas y cuestan dolorosos desarraigos migratorios.

Estamos lejos de medir el costo social de las pérdidas culturales, del volver a empezar lejos de casa y del saldo de pobreza que arrojan inundaciones, terremotos y eventos climatológicos extremos.

Aun así, esta cumbre estuvo totalmente vacía de líderes políticos responsables de las decisiones que pudieran torcer, al menos un poco, esta dura realidad.

No hay acuerdo cómo reducir las emisiones contaminantes.

HACERLE EL VACÍO AL CAMBIO CLIMÁTICO

Con grandes ausencias de los países de los que se requiere mayores respuestas y en un contexto de guerras mundiales, esta COP tuvo más sabor a viaje estudiantil, con presencia de funcionarios de segunda o terceras líneas de los equipos de gobierno.

Con intentos por mostrar iniciativas exitosas, quizás por destacarse en algunos de los puntos a abordar en los planes climáticos, pero con muy poca presión social y casi inexistente voz en las calles.

Desde la COP 1 el nivel de los mares aumentó 9,7 centímetros. Y los desastres causados por el cambio climático han sido cada vez más frecuentes y devastadores.

Desde la COP 1 la población del mundo creció en 2.232 millones de personas. El nivel de los mares aumentó 9,7 centímetros. Y los desastres causados por el cambio climático han sido cada vez más frecuentes y devastadores.

Además, el 2021 fue el sexto año más cálido registrado según los datos de temperatura de la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica). Aun así, este año (como los últimos pasados) iniciaba con gran expectativa dado el seguimiento de la comunidad en los temas climáticos y más aún, los innumerables informes científicos elaborados acerca del avance y el riesgo del cambio climático global.

ACCIONES, FINANCIACIÓN Y TRANSPARENCIA

Así comenzaba la COP27 con el discurso de apertura de Simon Stiell (Secretario Ejecutivo de ONU Cambio Climático), quien destacó tres áreas críticas de debate para este año.

La primera vinculada a un cambio transformacional hacia la aplicación del Acuerdo de París y la conversión de las negociaciones en acciones concretas.

La segunda, consolidar los avances en las importantes líneas de trabajo de mitigación, adaptación, financiación, y pérdidas y daños, si se intensifica la financiación para hacer frente a los impactos del cambio climático.

El tercero, mejorar la aplicación de los principios de transparencia y responsabilidad en todo el proceso de cambio climático de las Naciones Unidas.

Este encuentro comenzaba celebrando la inclusión sobre el tema pérdidas y daños en la agenda, y discutiendo las acciones de mitigación y remediación, entendiendo que la plantación de árboles jóvenes no es la solución a la devastadora destrucción identificada a lo largo y ancho del planeta de bosques nativos y recursos naturales que representan la captura de dióxido de carbono más importante.

Los responsables de cambiar el sistema lo están haciendo muy mal. Un mundo cada día más peligroso.

CAMBIO DE CO2 POR ENERGÍA NUCLEAR

Otro de los puntos relevantes del encuentro fue el tema energético, principal responsable de las emisiones de CO2. Si bien el hidrógeno verde y el azul asoma como alternativa y tuvo un escenario protagónico, las discusiones rondaron sobre la continuidad frente a la utilización futura de combustibles fósiles, la insistencia sobre el uso del gas como alternativa y la falta de acuerdos real para la transformación de la matriz energética a partir de las renovables.

Es que la presión es muy grande y el fantasma de la energía nuclear parece aparecer una y otra vez, sobre todo, para los países europeos.

Finalmente, la falta de acuerdo en las entidades financieras responsables de generar las herramientas económicas, sobre todo para los países en desarrollo es lo que ha provocado la prolongación de esta COP durante 48 horas más.

Los bancos multilaterales de desarrollo son una pieza vital en el rompecabezas de las finanzas para financiar las medidas de mitigación y adaptación.

Los bancos multilaterales de desarrollo son una pieza vital en el rompecabezas de las finanzas: mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5 °C requiere cambios fundamentales en la forma en que se canalizan y gestionan los flujos financieros de las instituciones financieras internacionales (IFI) de propiedad y respaldo públicos.

Cumplir con los planes de los países, sobre todo los de menores recursos, es una meta que se prolonga año tras año. Ya el 2030 está detrás de la puerta y se replantean iniciativas hacia el 2050. Es que, si seguimos corriendo las metas, el desastre climático comienza a dejar lesiones irreversibles.

UN MUNDO CADA VEZ MÁS PELIGROSO

El mundo empieza a tornarse un lugar peligroso. Si los encuentros de la Confederación de las Partes no comienzan por plasmar posiciones reales sentando a los grandes gobiernos influyentes del mundo, solo obtendremos cientos de documentos de páginas ilegibles, objetivos a larguísimos plazos y movimientos continuos de las metas.

Se esperan 48 horas cruciales para modificar el rumbo de diez días de eventos deslumbrantes, paisajes atractivos y paneles de ilusiones verdes para lograr un compromiso real y un cambio de rumbo en los modos de producir y consumir para la humanidad.

Mientras tanto se cocina una nueva sede de cara a 2023, arden cientos de miles de hectáreas en el mundo y las guerras siguen teniendo de trasfondo el manejo de la energía y el petróleo de las grandes potencias del mundo.

Ojalá seamos capaces de torcer nuestros destinos, la desconfianza y los enfrentamientos son cada vez más grandes entre los desarrollados y los que están en desarrollo, entre el norte y el sur.

Mientras tanto esta nueva edición de la COP dejó un saldo de lindas fotos turísticas en Instagram, grandes silencios y demasiadas incertidumbres para un mundo en llamas. 

COP 27: llegó la hora de la acción

COP 27: llegó la hora de la acción

El tiempo se agota, las decisiones no llegan. Retacesos al financiamiento para la mitigación. Pocos cambios sobre las emisiones. La Argentina está entre los principales contaminadores, pero faltan las medidas.

Las sequías ya afectan a la mayor parte de la superficie argentina.

Desde el 6 de noviembre se desarrolla en Egipto la 27 Conferencia de las Partes (COP), con la esperanza de la humanidad puesta en modificar posturas y comportamientos, actitud que los líderes mundiales se esfuerzan por contrarrestar.

Uno de los principales temas en discusión pasa por la creación del “fondo de pérdidas y daños”, el cual surgiría del aporte de las principales economías para beneficio de los países más afectados. Un grupo de economías desarrolladas ha decidido dar el paso, desafortunadamente los actores más relevantes siguen negando su aporte al fondo solidario.

También en la COP se negocian medidas de financiamiento y mayor protección para bosques y selvas tropicales, con una porción de los fondos yendo directamente a los pueblos indígenas -reconociendo así el rol de estas comunidades en la protección de la naturaleza.

Aun cuando varios los países de la región apoyan la iniciativa lanzada en Glasgow 2021, otros se muestran remisos por las obligaciones que le impondría la membresía. Sea la quema de combustibles fósiles o bien la deforestación, ambas acciones aceleran la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Tal como expreso el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, ante el plenario de la COP, la lucha por el cambio climático se halla indisolublemente asociada a la preservación de la biodiversidad.

CON EL AGUA AL CUELLO

Entre las diversas propuestas hasta aquí surgidas, destaca el realizado por Tuvalu, una de las tantas islas vulnerables al avance en el nivel de los mares. Kausea Natano, el Primer Ministro de esta pequeña isla del Pacífico, clamó por avanzar hacia un tratado de no proliferación petrolera.

Cabe mencionar que este llamado resulta lógico, la comunidad científica plantea que nos hallamos al límite del presupuesto de carbono -de seguir con los fósiles la acumulación de gases de efecto invernadero pueden dispararse a límites inconcebibles.

La comunidad científica plantea que nos hallamos al límite del presupuesto de carbono -de seguir con los fósiles la acumulación de gases de efecto invernadero pueden dispararse a límites inconcebibles.

Un último aspecto a destacar de las negociaciones que se desarrollan en Sharm El-Sheik, Egipto, es el documento emitido por Naciones Unidas (“Integrity Matters: Net Zero Commitments by Businesses, Financial Institutions, Cities and Regions” UN 2022), el cual destaca el alto nivel de lavado verde (greenwashing) que realizan empresarios, entidades financieras, y gobiernos. 

La Argentina se presenta como parte del Sur Global, se declama como afectada al tiempo que reclama resarcimiento. Obviamente, lejos estamos de los niveles de emisión de EE.UU. o China, pero si consideramos lo acumulado desde los albores de la revolución industrial hasta aquí, observamos que nuestro país no resulta exento de culpa: Argentina califica entre los veinte mayores contaminantes. Puesto en perspectiva, Mia Mottley, Primera Ministro de Barbados, nos diría que su país merece los fondos con urgencia. Y la razón, ciertamente, le asiste. 

ARGENTINA: POCO INTERÉS POR LOS RENOVABLES

Cambiemos de perspectiva, miremos a futuro: las emisiones que podrían evitarse. Al evaluar la transición energética, lamentablemente, observamos un escaso interés por los renovables (salvo que consideremos al gas natural como un combustible “limpio”).

«Estamos en una carretera al infierno climático con el pie en el acelerador», advirtió el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.

En lugar de apostar por las tecnologías del futuro se avanza con Vaca Muerta, se licitan permisos de exploración en la plataforma submarina bonaerense. Tampoco se habla del riesgo financiero que impone tal decisión, aún cuando diversos informes destacan la pérdida de valor que enfrentarán los activos del sector en pocos años. Se deja la transición en manos del sector petrolero, no importa quién esté en el gobierno.  

Al considerar el rumbo adoptado en materia productiva, vemos un respaldo unánime al ahondamiento del extractivismo por gran parte de la dirigencia argentina. Tal como aconteció en Glasgow, el gobierno y las principales entidades del campo acordaron un documento de cara al encuentro en Sharm El-Sheik, el cual destaca las bondades (socio y medioambientales) del modelo de agro-negocios imperante en la Argentina.

BLOQUEOS A LA LEY DE HUMEDALES

Muchos aducirían la necesidad de desarrollo, para así responder a las urgencias sociales. De un lado de la grieta, que debemos dejar actuar al mercado. Los precios vendrían a señalar el momento del cambio. Solo el Estado puede resolver el problema, el mensaje que surge del otro lado de la grieta. Las medidas que adopta el gobierno van en la dirección correcta, las críticas surgen de un grupo de “ambientalistas radicalizados”. Mientras tanto, numerosos habitantes de nuestro país se ven condenados a respirar humo. Gobierno y oposición, ambos bloquean la Ley de Humedales. 

Entre 2020 y 2021, en el contexto de la prolongada bajante extraordinaria del Paraná y el agravamiento de la sequía, se quemaron más de 700.000 hectáreas del Delta e islas del Paraná. En 2022, hasta el 21 de agosto ya se quemaron 196.073 hectáreas de ese territorio.

La inseguridad alimentaria, la subalimentación y el hambre siguen creciendo en la Argentina. De la misma forma, cada día son más los territorios que se sacrifican en pos del desarrollo.

Pero no sólo los incendios están matando la biodiversidad, la Argentina corre el riesgo de perder su mayor bosque nativo: el Gran Chaco, el segundo ecosistema forestal de Sudamérica. Si se considera el área donde se asienta este ecosistema (Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa), Greenpeace estima que en un año (2021), se desmontaron más de 113.000 hectáreas.

Unos y otros, en definitiva, se han convertido en fervientes defensores de la teoría del derrame, aunque al final poco se derrama. La inseguridad alimentaria, la subalimentación y el hambre siguen creciendo en la Argentina. De la misma forma, cada día son más los territorios que se sacrifican en pos del desarrollo, especie de canje de naturaleza por desarrollo económico que beneficia a los menos.

Podemos decir que la postura del gobierno refleja inconsistencia, aunque la misma resulta atribuible a gran parte de la dirigencia del país. La Argentina califica como país de ingresos medios, se percibe como emergente, al tiempo que intenta perfilarse como un actor global relevante -basta mencionar que forma parte del G20.

LLEGÓ LA HORA DE REVELARSE

Sin embargo, en las negociaciones ambientales nos percibimos como perjudicados. Planteamos financiar nuestra lucha contra el cambio climático a partir del esquema de canje de deuda soberana, al tiempo que avanzamos con la explotación petrolera (industria, cuyo accionar acelera el problema climático). Un razonamiento, por cierto, difícil de explicar para quien habita en Tuvalú.

Debemos reconsiderar nuestra perspectiva, que tipo de desarrollo ambicionamos. El futuro puede que sea hermoso, también que resulte a escala humana. Ello sólo será factible si evitamos que la temperatura promedio del planeta siga aumentando, si logramos revertir la pérdida de biodiversidad. Estamos cerca de perder toda esperanza, no podemos dejar librado nuestro futuro ni el de nuestros hijos a los líderes del planeta.


En el año 1989 la Internacional Socialista planteaba lo frágil del equilibrio ecológico, la amenaza de la sobreexplotación. Frente al peligro que encierra el cambio climático, destacaba el documento “los socialistas levantan los valores de la solidaridad y la democracia. Todos los seres humanos tienen el mismo valor. Es necesario configurar una nueva era de crecimiento económico diferente, que dé prioridad a la calidad del desarrollo”. Al tiempo que se producía dicha declaración el dióxido de carbono acumulado en la atmósfera alcanzaba las 352,57 partículas por millón (ppm), la última medición observada es de 417.9 ppm. Es tiempo de actuar, tal como lo sostiene el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, llegó la hora de rebelarse.

Sólo la política frenará el cambio climático

Sólo la política frenará el cambio climático

Para evitar mayores catástrofes se necesita son nuevas regulaciones e impuestos. También el rediseño del sistema financiero. No solo es responsabilidad de los países desarrollados. La transición no puede dejarse en manos del mercado.
Para mitigar la catástrofe climática hace falta un gran consenso político global con decisiones drásticas.

Un reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) destaca que los gases de efecto invernadero (GEI) han alcanzado niveles récords: un 50% más durante el período 1990-2021. Además de mostrar los niveles extremos de dióxido de carbono que alberga la atmósfera, el informe pone de relieve el peligroso incremento que evidencian las emisiones de metano: aunque permanece menos en la atmósfera, su efecto sobre el cambio climático resulta mucho más pronunciado. Más preocupante es la tendencia que proyecta: los años que vienen vamos a arder.

Según el último informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), la invasión de Rusia a Ucrania acarreó una carrera por nuevos proyectos petroleros. El aumento en el precio de los combustibles fósiles brinda a las petroleras ganancias extraordinarias, a un grado tal que António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, no para de denunciar, al tiempo que clama por impuestos extraordinarios.

El mayor costo energético, sin embargo, podría acelerar la transición energética, como plantea el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol. Tal aseveración se fundamenta con hechos, como los cambios aparejados a partir de la irrupción de nuevos paquetes verdes, por ejemplo, la ley de reducción de la inflación, que introdujo el gobierno de Joe Biden, en EE. UU., la batería de medidas que ha creado la Unión Europea (UE) o los nuevos paquetes de Japón, Corea del Sur, China e India. En definitiva, aun cuando algunos celebren una mayor producción y otros salen a buscar gas a cualquier rincón del planeta, tanto productores como compradores saben que el pico de fósiles está a la vuelta de la esquina.

PROYECCIONES CATASTROFICAS

Dejando de lado las promesas, lo cierto es que, de continuar el nivel actual de producción y consumo, las proyecciones seguirán siendo catastróficas, tal como surge del último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP, por sus siglas en inglés): La brecha de emisiones de las Naciones Unidas: la ventana que se cierra, UNEP, 2022. Considerando los compromisos asumidos por los países en París en 2015, (las denominadas contribuciones nacionales determinadas —CND—), vamos hacia un índice de emisiones que produce un aumento de 2.5 Cº en la temperatura promedio del planeta.

Los efectos que el incremento de 1.2 Cº ha causado en 2022 son evidentes: un tercio del territorio de Pakistán está bajo el agua, los casquetes polares se derriten y Groenlandia va perdiendo el permafrost, tal como se conoce a la capa de suelo permanentemente congelado. Todo ello implica un alza en el nivel de los océanos, lo cual repercute en las ciudades costeras de todo el mundo. La industria aseguradora lo sabe. Por ello, ha dejado de asegurar numerosos hogares en las zonas costeras de EE. UU.

Tal como surge de los últimos informes del panel internacional de expertos en cambio climático (IPCC, 2022), el principal obstáculo es político. Lo que se necesita son nuevas regulaciones e impuestos, tanto como el rediseño del sistema financiero. Y ello no solo es responsabilidad de los países desarrollados: en la región, la industria petrolera recibe cuantiosos fondos, al tiempo que se beneficia de grandes subsidios. La transición no puede dejarse en manos del mercado, son los Gobiernos locales los que deben fijar las metas y canalizar los fondos.

Los efectos que el incremento de 1.2 Cº ha causado en 2022 son evidentes: un tercio del territorio de Pakistán está bajo el agua, los casquetes polares se derriten y Groenlandia va perdiendo el permafrost, tal como se conoce a la capa de suelo permanentemente congelado.

Estos reportes repercutirán, sin duda, en Sharm el Sheij, Egipto, donde tendrá lugar la 27.va Conferencia de las Partes (COP). Varias delegaciones de la región van a destacar el papel que Latinoamérica puede desempeñar en el mercado energético como proveedor de gas natural. El entusiasmo no solo refleja precios, sino también la declaración de la UE respecto a considerar al gas como sustentable. La urgencia no solo tapa lo importante, sino que también justifica incoherencias.

Las señales equivocadas lamentablemente pueden terminar llevando a decisiones erróneas. Una serie de informes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) plantea los altos riesgos financieros que acarrea embarcarse en estos proyectos: activos varados. Un informe reciente de la UNEP, ¿Es el gas natural una buena inversión para América Latina y el Caribe?, destaca lo errado que resultaría avanzar en esta dirección.

OPORTUNIDADES SOCIALES DE LA TRANSICION

Teniendo en cuenta tanto lo económico como lo social, el informe resalta que los beneficios resultan sensiblemente menores a los que generaría avanzar con la transición. La apuesta por renovables podría crear tres millones de empleos, además de implicar adelantos tecnológicos hacia cadenas de valor más dinámicas. Pensando en las necesidades energéticas que enfrenta la región, invertit en renovables conllevaría ahorros millonarios; ello, fruto de la continua caída de los precios de los equipos.

Pero en las decisiones públicas prima el corto plazo, no existen grietas al aplaudir el extractivismo. Ciertamente los precios envían señales favorables, pero las decisiones de inversión se rigen por la rentabilidad. Son los Gobiernos los que deberían, con sus políticas, señalar los peligros que conlleva invertir en nuevos pozos y avanzar con el fracking. Sin embargo, salvo excepciones, nadie en la región propone el debate.

Si no actuamos, no solo estamos condenando a las generaciones futuras, sino que forzaremos a millones de personas a lanzarse a la búsqueda desesperada de nuevas fronteras, y sentenciaremos a miles de personas a exponerse a eventos cada día más extremos.

Todo lo anterior nos plantea la necesidad de transformar nuestro esquema de producción, nuestro sistema de transporte, la vida misma. Los reportes mencionados son una muestra de la seriedad del problema. Si queremos que la temperatura no aumente por encima de los 1.5 Cº de aquí al 2030, las emisiones de GEI deberían caer en un 45%. Tenemos los medios; las alternativas resultan factibles en lo técnico y en lo económico. No obstante, la avaricia puede más que la simpatía, una lectura parcializada de la obra de Adam Smith.

Si no actuamos, no solo estamos condenando a las generaciones futuras, sino que forzaremos a millones de personas a lanzarse a la búsqueda desesperada de nuevas fronteras, y sentenciaremos a miles de personas a exponerse a eventos cada día más extremos. Y si se desatienden los peligros que implica avanzar sobre los límites de la Tierra, la economía pierde sentido. Al presentar el último informe, la directora ejecutiva de la UNEP, Inger Andersen, afirmó que la ventana se nos cierra, que no hay espacio para cambios incrementales, pues el tiempo se ha acabado. El momento actual nos exige repensar nuestro modo de vida, replantear nuestra visión de desarrollo. 

Nota reproducida por gentileza del autor, publicada previamente en Latinoamérica21