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Los mundos posibles

por | Ene 28, 2019 | Sin categoría

La universidad reformista siempre tuvo como uno de sus objetivos estar en contacto con la sociedad, la extensión universitaria el vehículo escogido para hacerlo. A pesar de las dificultades y desafíos, existen iniciativas que, como los centros de extensión universitarios, intentan tender puentes y derribar muros. 

“Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre.”

Paulo Freire

 

Existen tantos modos de entender la realidad como realidades existen a nuestro alrededor. Esa simple premisa, en ciertas situaciones, se convierte en un mantra. Abordar un territorio implica deshacerse de preconceptos, estructuras y anclajes que uno trae consigo. Implica animarse a bucear en un mar de desafíos, muchos de ellos de difícil resolución, pero también de otros que generan una enorme satisfacción.

¿Cuántas veces escuchamos que “la Universidad la pagamos todos con nuestros impuestos pero llegan pocos”, o que “es necesario que la Universidad esté cerca de la gente”? Esas verdades indiscutidas demostraron durante décadas la combinación del abandono y la búsqueda de manutención del statu quo de parte de las grandes corporaciones políticas e institucionales del mundo educativo, sumados a un notable desinterés en discutir desde la praxis un modelo de extensión de cercanía y reciprocidad. Por decisión de la gestión del ex Rector Francisco Morea (a quien recordamos con cariño todos los días), aparecieron elementos disruptivos en el horizonte educativo de Mar del Plata y la zona, dispuestos a desarrollar otro enfoque: los Centros de Extensión Universitaria, ubicados en (hoy ya) nueve puntos estratégicos de la ciudad y sus alrededores.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Abordar un territorio implica deshacerse de preconceptos, estructuras y anclajes que uno trae consigo. [/blockquote]

Los Centros de Extensión Universitaria tienen como objetivo generar un nuevo ámbito de articulación entre la Universidad y la comunidad. Construidos colectivamente, parten de la premisa de que la educación puede ser una generadora de oportunidades y equidad. Funcionan en sedes universitarias ubicadas en diferentes barrios de la ciudad, donde se trabajan temas relacionados con la promoción de las carreras universitarias, orientación vocacional, el ingreso y permanencia, sistema de becas, entre otros. Además, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de vecinas y vecinos de cada barrio, las distintas sedes cuentan con convocatorias específicas de Proyectos de Extensión, a través de los cuales se desarrollan propuestas concretas a problemáticas detectadas allí.

Tengo ganas de contarles una historia que sucedió en el norte de Mar del Plata, y que resume en ella tanto más que lo que se podría seguir explicando o describiendo.

Marcos tiene veintidós años. Dejó la secundaria a los quince porque tenía que trabajar, su papá falleció trabajando en una obra en construcción. La terminó a los diecinueve, en el marco del plan FINES que funciona en la Sociedad de Fomento de su barrio. El año pasado, durante la muestra educativa de la Universidad que se hace en el Centro de Extensión, vino a preguntar los requisitos para estudiar Ingeniería, entusiasmado porque había conseguido un trabajo que le permitiría un tiempo para empezar a cursar. Se sorprendió al saber que el trámite de inscripción era gratuito y sencillo. Una hora después volvió, pero con Susana, su mamá. Tiene cincuenta y nueve años, trabaja desde hace cuarenta cuidando ancianos, y me contó que su sueño era estudiar Trabajo Social. Ambos sostienen el hogar familiar, que comparten con los otros tres hermanos de Marcos. Susana anotó en un cuadernito gris todos los requisitos, se llevó el plan de estudios de la carrera y se fue sonriendo con su hijo. Sentí que esa mañana el futuro de ambos había dado un (hermoso) vuelco. También supe que, sin un acompañamiento real y duradero, el sueño podía quedar trunco. Hay que romper con la barrera invisible del “no está hecho para mí”, y eso implica una nueva forma de concebir la conexión entre la institución educativa y el territorio, despojada de la tesis asistencial que ha nutrido voluntaria o involuntariamente a la Universidad durante décadas, y, muy por el contrario, debe estar dispuesta a interpelarse “hacia adentro”, por fuera de la capacidad de cada institución de hacer frente a su demanda local. La incomodidad implica hacerse cargo y empezar a accionar de una manera distinta, mucho más allá de las recetas tradicionales que, en un contexto de profunda crisis económica como la que vive nuestro país, han dejado cada vez más atrás esa idea fuerza de la educación superior como eje de ascenso y movilidad social.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Hay que romper con la barrera invisible del “no está hecho para mí”, y eso implica una nueva forma de concebir la conexión entre la institución educativa y el territorio, despojada de la tesis asistencial que ha nutrido voluntaria o involuntariamente a la Universidad durante décadas.[/blockquote]

En la cotidianeidad, también es necesario decirlo, presenciamos escenarios de violencia en diversas formas, vimos en su faceta más descarnada a la ausencia del Estado, nos topamos con la miseria del egoísmo, aprendimos que el esfuerzo individual para satisfacer una demanda colectiva en muchos casos no alcanza, volvimos llorando alguna vez a nuestras casas. Comprendimos que el esfuerzo que se realiza en cada institución o red barrial, por fuera de cualquier día u horario, responde la mayoría de las veces a un acto de solidaridad y de amor encomiable.

La realidad es que todo cuesta muchísimo más sin un Estado presente en el territorio que acompañe este tipo de iniciativas, pero en medio de tanto dolor y tanta desidia, algo mutó. Hemos fortalecido la certeza de que ya no son iguales que antes los mundos posibles, que hay muchas historias como las de Marcos y Susana que están por llegar, que ya nacieron nuevos futuros, que queremos transformarlo todo, aunque si logramos transformar una sola historia, en algo hemos cambiado al mundo también.

Luciano Burket

Luciano Burket

Abogado (UNMdP). Fue Secretario Académico de la Federación Universitaria Argentina (FUA) y Secretario General del Movimiento Nacional Reformista (MNR). Actualmente coordina uno de los Centros de Extensión de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Escribió dos libros de poesía: "Una virtud imperfecta" (2014) y "El camino inverso" (2018).