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El fundamentalista del surf

por | Abr 12, 2017 | Sin categoría

Dorian Paskowitz fue un símbolo del surf. Su vida desandó carriles inesperados. Este es el judío nómada que, con una tabla, se transformó en un símbolo del hippismo. El héroe que, entre las olas, se extravió del sueño americano.

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A pesar de que hoy en día cuenta con una comunidad de surfistas reconocida, nada hay más alejado del imaginario surfero que Galveston Texas. Sin embargo, allí es donde esta historia comienza en 1921. Allí nació Dorian Paskowitz, hijo de inmigrantes judíos venidos de Rusia que se establecieron en el Golfo de México dedicándose al comercio minorista de frutos secos. En una versión un tanto teleológica de su propia vida, Dorian se complacía en narrar que de pequeño le habían fascinado unas fotos de los primeros surfistas en Hawái y que por esta razón no había podido resistir el llamado del océano. Dorian quería hacer lo que estos tipos de las fotos hacían. De hecho, en su infancia había construido con unas gomas viejas una suerte de balsa/tabla y había intentado correr sus primeras olas en el poco idílico sur de Texas. Se non è vero ben trovato.

Al poco tiempo, Dorian aparentemente a causa de su asma se mudará a San Diego en California, en donde al menos encontraría a un grupo de entusiastas que serían sus compañeros corriendo olas. Mucho tiempo después, su hijo, el famoso surfista Izzy Paskowitz, al referir esta historia manifestaba ciertas dudas sobre la causa de la mudanza de la familia a California ya que alegaba que no había escuchado toser a su padre en toda su vida. O el clima de California lo había curado o nunca había sufrido verdaderamente de asma. Según Izzy, la causa de la mudanza podría haber sido más bien el empecinamiento de su padre con el surf y la necesidad de vivir en un lugar más adecuando para la práctica de esta disciplina como de hecho lo era California. Poco le había importado al propio Dorian convencer a su familia de la necesidad de mudarse, el asma era solamente el pretexto para poder surfear en el Pacífico. La conclusión de Izzy también tenía algo de teleológico y de subjetivo, ya que presentaba a Dorian desde chico como una persona muy empecinada que siempre obtenía lo que se proponía. Al fin y al cabo el tipo quería surfear en serio y estaba camino a conseguirlo.

sdut-dorian-doc-paskowitz-surfing-family-obituary-2014nov13De este modo, Dorian comenzó a sufear en San Diego. Muchos años antes de que los Beach Boys inmortalizaran su famosa frase “tell the teachers we are surfing”, Dorian se escapaba de clases cuando las olas se ponían buenas. Rápidamente en Mission Beach comenzó a trabajar de guardavidas en la playa junto Emil Sigler, famoso waterman y héroe de innumerables rescates. Cada uno tenía que hacerse su propia tabla ya que ni siquiera existía la posibilidad de comprársela  a un shaper. Se tenían que conseguir la madera y hacer lo mejor para transformar la materia prima en algo que les permitiera deslizarse y pararse sobre el agua. El resultado: tablas gigantes y macizas que los jóvenes dejaban a dormir en la playa ya que nadie se habría aventurado a robarlas a causa de su peso. La mudanza le daba a Dorian la posibilidad de vivir literalmente en el  mar junto a tipos a los que les gustaban las mismas cosas. Su sobrenombre daba cuenta de lo extraño que les resultaba a los californianos contar entre sus filas con un surfista del Estados Unidos profundo, de allí en más Dorian sería conocido por todos como Tex.

Durante la guerra, el surfero tejano se enroló en la Marina tal vez albergando el deseo secreto de poder continuar vinculado al surf y al océano. Sin embargo, las cosas no marcharon como lo previsto. No es difícil imaginar el cambio que la vida militar debe haber ocasionado en Dorian quien acostumbrado a vivir en la playa y a manejar sus tiempos, ahora se encontraba a bordo de un barco hospital atendiendo heridos en el Pacífico. Si bien la experiencia en la Marina durante la guerra lejos estaba de haber sido una aventura épica, al menos Dorian había cumplido con su deber cívico y su servicio en el ejército le abriría las puertas de la universidad. Después de la guerra y aprovechando las ventajas del G.I Bill para los excombatientes, Dorian pudo estudiar medicina en Standford en donde se graduó en 1946.

[blockquote author=»» ]Durante la guerra, el surfero tejano se enroló en la Marina tal vez albergando el deseo secreto de poder continuar vinculado al surf y al océano. Sin embargo, las cosas no marcharon como lo previsto.[/blockquote]

Con su título bajo el brazo el próximo destino sería Hawái, la verdadera meca del surf. Al poco tiempo se casaría con una joven judía con las que tendría dos hijas y comenzaría a trabajar en varias clínicas ya que no le gustaba ejercer la medicina en un consultorio privado y cobrarle a los pacientes. Cuando en alguna ocasión los clientes lo presionaban para que les cobrara, el joven doctor tejano prefería ir a los garajes de sus pacientes a ver si se podía llevar algo que no utilizan con el objetivo de reciclarlo. Evidentemente había algo que no le cerraba con el tema del dinero. Vista desde lejos la foto parecía perfecta: joven doctor, sin problemas financieros y viviendo en un lugar que le permitía surfear los fines de semana. Sin embargo, en poco tiempo su vida literalmente estaba por implosionar. Por un lado, el tipo se había ido hasta Hawái para surfear, pero allí se encontraba con una realidad compleja ya que sus colegas médicos aparentemente lo presionaban para que dejara surfear ya que esta era una actividad que practicaban los nativos secundados solo por algunos blancos. Además se trababa de una actividad que un joven doctor en vías de enriquecerse no podía permitirse practicar ya que no era considerada como algo serio. Por otro lado, Dorian había comenzado a frecuentar la playa y a surfear con las leyendas locales que a su vez lo miraban de costado como desconfiando de sus intenciones. Entre estos tipos estaba el propio Duke Kahanamoku, hijo de la nobleza hawaiana, multi medallista olímpico en natación, guardavidas y verdadera autoridad de la playa y del surf. Duke y los que lo rodeaban literalmente vivían para surfear. Esta actividad no era un hobby o pasatiempo de fin de semana, sino que era su propia vida. Si bien Dorian al que todos ahora llamaban Doc –nuevamente los apodos eran elocuentes- surfeaba con ellos, su aceptación parece nunca haber sido completa.

dempsey-south-e280a6ramos-photoSobre su matrimonio Doc siempre fue lacónico. En este punto no sabemos a ciencia cierta lo que ocurrió pero tampoco es difícil imaginarse a su mujer presionándolo para se dejara de bobadas con el surf y se enfocara en su carrera. Evidentemente la mujer no lo había entendido y se había equivocado en su percepción del problema. A estas presiones que a los ojos de la comunidad médica de Hawái eran irrisorias, Dorian en sus pocas referencias posteriores a estos momentos de su vida, le sumaría el de la frustración sexual en su propio matrimonio. Sin embargo, esto parece un poco sobreactuado y más acorde a una lectura post sesentas de su propio fracaso conyugal. Su primer matrimonio terminó tal como era previsible en un divorcio. No conformándose con este fracaso intentó otra vez con la receta de un matrimonio tradicional y volvió a separarse. Por esta difícil y atribulada época Doc comentaba que lo único que había evitado que cayera en la desesperación había sido el surf. Había habido momentos en los que había querido tirar la toalla y luego de una sesión de surf había salido del agua sano física y mentalmente. El surf parecía haberlo perdido y salvado al mismo tiempo. Mucho tiempo después Izzy, uno de sus hijos, contaba en su autobiografía Scratching the Horizon que cuando veía estas imágenes de su padre surfeando en Hawái había algo imperceptible a los ojos de la mayoría. El tipo surfeaba bien pero había una cierta tensión y falta de fluidez en sus movimientos. Luego de su segundo divorcio, a Dorian le explotó la cabeza y su vida tal como la había concebido hasta entonces le parecía inviable. Por este motivo, empacó rápidamente sus tablas, se marchó a Tel Aviv, un lugar aún más alejado del universo surfero que Galveston, y nunca más volvió a hablar in extenso de esta época de su vida.

A pesar de lo extraño del lugar, la vida en Israel de Doc cambió radicalmente ya que lo que le había estado vedado en Hawái se volvió una realidad en Tel Aviv. Indudablemente el paso de las tablas por la aduana en el aeropuerto merecería un relato en sí mismo. Resumiendo el asunto, tras muchísimas idas y vueltas Doc accedió a que le realizaran varios agujeros a las tablas para comprobar que no intentaba traficar armas. Al fin y al cabo, Israel se encontraba en medio de las tensiones por la operación Kadesh. Munido se sus tablas comenzó surfear en Tel Aviv y al poco tiempo había logrado crear una pequeña comunidad de surferos en esta ciudad entre los que se encontraban Shamai “Topsi” Kanzaposki y su mujer Naomi.  Su estadía en Israel le permitió acceder a lo que no había podido hacer en la propia cuna del surf: vivir en la playa con la sola ocupación de surfear. Ya en su vejez Dorian narraba esta época como un momento idílico en la que se había sentido en plenitud física y mental. Me gusta pensar que tal vez por gratitud hacia ese Israel que lo había recibido en el peor momento de su vida, Doc intentó enrolarse en su ejército para pelear en el conflicto armado que se avecinaba con la crisis del canal de Suez.  Su solicitud no fue aceptada y Dorian tomó el rechazo como un signo de que estaba listo para volver a geografías más vinculadas al surf.

la-me-dorian-doc-paskowitz-20141114Su próximo destino sería Catalina en California en donde había aceptado un puesto en una clínica que le demandaba muy poco tiempo y le permitía surfear a sus anchas. En un bar de Catalina conoció a Juliette, una hermosa muchacha mejicana cuya obsesión y principal placer era cantar opera. De hecho, después de graduarse había cantado en una compañía de Long Beach.  En el encuentro Dorian se presentó como un médico pero sobretodo como un surfista. No estaba dispuesto a cometer el mismo error por tercera vez. Tras unas breves palabras intercambiadas con la hermosa joven Doc mezcla de tozudez y manifest destiny  le espetó que un día ella sería la madre de sus ocho hijos. Al poco tiempo Doc y Juliette  que estaban pasando todo el tiempo juntos, se subieron al viejo Studbreaker de ella y encararon para México. Doc le enseñó a surfear y ambos dormían todas las noches en el auto estacionado en la playa. Durante el viaje Doc le propuso casamiento y probablemente David, el primero de los 9 hijos que terminarían teniendo, fue concebido en una de esas noches dentro del Studbreaker. De movida estaba claro que no sería un matrimonio tradicional y ningún día sería como el anterior.

El primer lugar en el que Dorian y Juliette se establecieron fue en Makaha en Honolulu, y también pasaron por Koko Head en Oahu. A medida que las bocas a alimentar se iban sumando, el dilema de Dorian se volvía cada vez mayor ya que no quería caer en el mismo error de antes y convertirse en un surfista de fin de semana. Dorian tenía el mismo problema que todos los surfistas que querían dedicarse a tiempo pleno a esta actividad: la falta de dinero. El médico graduado en Standford probó con algunos trabajos circunstanciales y tras haberse conseguido una cámara, concibió la idea de dedicarse a la fotografía. Por las mañanas, Dorian levantaba a los niños bien temprano con la marcha de Mao a todo volumen, todos decían sus plegarias y se dirigían a la playa. Los niños poco a poco aprendieron a surfear casi por ósmosis. Por esta época Dorian comenzó a preocuparse seriamente por la alimentación de sus hijos reduciendo al máximo el consumo de azúcar y grasas. La mayoría de los días los niños y toda la familia comían potaje hecho a base de 7 cereales.

Luego de un tiempo en Hawái la familia se mudó a California. Pasaron por varios lugares y casas. Dorian continuaba haciendo trabajos circunstanciales y cuando atendía algún paciente prefería pedir algún objeto a cambio de sus servicios ya que le seguía costando recibir dinero. El jardín de su casa estaba siempre lleno de las cosas que iba juntando y un día apareció una pequeñísima casa rodante que les permitía a todos viajar por la costa oeste y surfear en distintos lugares. De repente los 11 miembros de la familia estaban en movimiento de un lugar a otro surfeando, acampando en la playa y viviendo en la casa rodante. Con el paso del tiempo los chicos dejaron la escuela ya que según Dorian nada de los que lo que aprendían allí era de utilidad. La verdadera escuela para los niños debía ser la playa. Si bien la vida no era fácil, la mayoría de los niños coinciden en señalar esta primera época on the road como un momento idílico de su infancia. La casa rodante tampoco era la de las más grandes que existían por entonces y cada uno debía encontrarse un lugar para dormir. Ritualmente todas las noches Doc y Juliette no se privaban de consumar su amor en el pequeño habitáculo. Mucho tiempo después cuando le preguntaban a Doc sobre la influencia que esto habría tenido sobre la psicología de sus niños, el siempre contestaba: “Mejor que me vean teniendo sexo que pegándole a su madre”. No queda muy claro si la filosofía de vida de Doc era la que orientaba sus decisiones o si era una justificación racional post factum de las mismas. Lo cierto es que la misma ayudaba bastante en el día a día ya que el tipo era un defensor acérrimo de aprovechar todo al máximo. Ya se tratara de comida, de ropa o de las olas, no había que desperdiciar nada. Los 11 miembros de la familia parecían ir a contrapelo del sueño americano de consumo.

[blockquote author=»» ]Con el paso del tiempo, sus hijos dejaron la escuela ya que según Dorian nada de los que lo que aprendían allí era de utilidad. La verdadera escuela para los niños debía ser la playa.[/blockquote]

Todos los miembros de la familia reconocían a San Onofre como lo más cercano a un hogar que habían tenido ya que todos sus viajes empezaban y terminaban ahí. A la larga la familia terminaría creando allí un surf camp pero eso es parte de otra historia. En uno de estas paradas Doc se encontró con uno de sus viejos amigos de los 50 y una verdadera leyenda de Malibu, Terry “Tubesteak” Tracy. Rápidamente los chicos de ambas familias comenzaron a pasar mucho tiempo juntos en la playa. Según lo cuenta Izzy en su autobiografía, la interacción con los niños de Tracy los había llevado a descubrir un mundo nuevo en la que TV y las golosinas existían. Imagino que la experiencia debe haber sido reveladora para los más grandes de los Paskowitz.

De repente y casi sin quererlo, el joven surfero judío y ritualista se encontraba en medio de la contracultura de los 70 y se había convertido en un símbolo del free spirit hippie. De todos modos, Dorian siempre dejaba en claro que su modo de vida y sus posturas contra el consumo no tenían nada que ver con este universo. Por esta época había hecho unos carteles en los que se complacía en manifestar: “Eat clean, live clean and surf clean Por si a alguien no le había quedado claro, había que evitar dudas. Los Paskowitz no eran una familia hippie o al menos, no como las otras. Dorian se había convertido en un fundamentalista del surf.

06_281_doc447fEn uno de los viajes volviendo de Baja California, Doc curiosamente manejaba muy despacio. La razón de la lenta marcha era que se estaban quedando sin dinero para la comida y para la nafta necesaria para llegar a destino. Dorian pensaba que si conducía despacio tal vez podría aprovechar hasta las últimas gotas del tanque. Cuando ya casi no quedaba más gasolina, tuvieron que parar en San Marcos, Doc reunió a toda la familia y arrojó una moneda en la mesa del tráiler y les preguntó: “¿saben qué es eso que está sobre la mesa?” Los niños respondieron desconcertados que obviamente sabían que era una moneda de 10 centavos. Frente al desconcierto de los niños Doc les dio un mensaje poco tranquilizador: “Pero no es una moneda cualquiera, es la última que nos queda!” A pesar de que Doc lo planteó de una manera muy seria, al mismo tiempo el mensaje consistía en mostrarle que si bien no tenían a dónde ir, ni qué comer, ese momento podía ser visto como el comienzo de algo nuevo. Sin embargo, tal como lo narra Izzy en su autobiografía, por debajo de estos pensamientos emergía en él un sentido de inseguridad que nunca había experimentado junto a su padre. Hasta ese momento Doc aparecía frente a sus ojos como una suerte de personaje bíblico que podía surfear las olas más grandes y solucionar todos los problemas. Por primera vez, Izzy veía a su padre en serios apuros. La solución de Doc fue mucho menos épica y bíblica ya que pagó en la estación de servicio con un cheque sin fondos. Al fin y al cabo, nadie se permitía dudar del cheque de un doctor. El efecto de esta historia sobre Izzy fue enorme y tenía algo también algo de revelador ya que parecía mostrarles al menos a los más grandes de la familia que había un mundo fuera de la playa y del surf. A medida que los niños comenzaron a percibir esta realidad diferente, el final parecía inevitable y el desprendimiento del núcleo familiar no sería muy sencillo para ninguno. A Doc se le destruía ese universo que tanto trabajo le había costado construir y al mismo tiempo los niños se veían obligados a salir a un mundo con el cual no sabían cómo lidiar. El documental Surfwise (2007) de Doug Pray sobre los Paskowitz narra por un lado la historia de Doc y su familia, pero al mismo tiempo presenta los problemas que todos tuvieron que enfrentar a la hora de lidiar con su salida del nido. Y la verdad, es que la mayoría no la pasaron bien cuando tuvieron que romper lazos con Doc. Al fin y al cabo, Doc era un espécimen raro, una suerte de profeta bíblico, un fanático del surf que había tenido el coraje de vivir a contrapelo tanto del american dream como del movimiento hippie.

Sebastián Provvidente

Sebastián Provvidente

Doctor en Historia por la École des Hautes Études en Sciences Sociales y la Università degli Studi de Roma Tre. Ha colaborado en las revistas Crisis y Panamá.